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Reino Unido votó por abandonar la Unión Europea

El mundo amaneció sacudido con la noticia de que los británicos votaron por abandonar la Unión Europea
Los británicos votaron por abandonar la Unión Europea, un paso que dio pie a demandas de referéndums dentro y fuera del país, además de hundir los mercados en un efecto dominó de consecuencias impredecibles.

La de Bolsa de Tokio se hundía un 8% y la libra cayó más de 10%, hasta su nivel más bajo desde 1985.

Las bolsas europeas se desplomaron este viernes en la apertura, con caídas de 8% en Londres, 7% en París, 9,94% en Fráncfort y 7,21% en Madrid. Los valores del sector bancario se dejaban casi un 30%.

El Banco de Inglaterra aseguró que tomará «todas las medidas necesarias» para garantizar la estabilidad, pero David, un operador de la City de Londres, definió para la AFP el sentimiento en el distrito financiero: «Esto es un jodido desastre».

Los partidarios de salir de la Unión Europea lograron el 51,9% de los votos, frente al 48,1% para los defensores de la permanencia, según los resultados definitivos.

«Ahora necesitamos un gobierno Brexit», dijo uno de los líderes de la opción antieuropea, Nigel Farage, reclamando que Cameron se aparte.

Farage saludó además «el día de la independencia», y pidió que el 23 de junio sea declarado feriado nacional.

Nunca en la historia de la UE un país había votado para abandonar ese proyecto que nació en los años 1950, de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial.

El champagne en las reuniones de los antieuropeos contrastaba con las lágrimas de los pro-europeos.

Se abre la caja

Escocia, donde ganó la permanencia, ve su futuro como «parte de la UE», avanzó ya Nicola Sturgeon, la jefa del gobierno regional escocés.

Por su parte, el partido republicano Sinn Fein reclamó un referéndum en Irlanda del Norte para unirse a Irlanda.

«El norte está siendo arrastrado fuera (de la UE) por el resultado de Inglaterra… En el Sinn Fein presionaremos por nuestra demanda de hace tiempo, un referéndum», dijo el presidente del Sinn Fein, Declan Kearney.

Al gobierno británico se le abren así tres frentes: uno con sus socios europeos, con los que tendrá que negociar los términos de la salida del bloque, y otros dos internos con Escocia e Irlanda del Norte.

La situación en el Úlster es especialmente delicada, porque la restauración de una frontera con el vecino europeo, Irlanda, podría hacer saltar por los aires el proceso de paz.

Londres comenzará ahora complicadas negociaciones con la UE, que podrían extenderse dos años, y en las que se decidirían las condiciones de acceso al mercado único.

En Europa se produjeron demandas similares. La líder del partido francés Frente Nacional, Marine Le Pen, y el también ultraderechista holandés Geert Wilders, pidieron referéndums sobre la UE en sus respectivos países.

Un país dividido en dos

Escocia, las grandes ciudades, los pequeños territorios como Gibraltar o las islas convertidas hace décadas en paraísos fiscales dieron un rotundo apoyo a la permanencia, incluso con dígitos más elevados de lo que se esperaba.

Pero lo mismo sucedió con regiones enteras del centro y el sur de Inglaterra, que arrojaron resultados rotundamente antieuropeístas, y sobre todo, superiores en movilización.

Gales, una región que los expertos aventuraban que podía votar a favor de la permanencia, acabó por alinearse mayoritariamente por el Brexit.

Londres votó por Europa, y lo mismo sucedió con la escocesa Glasgow, con Aberdeen o Liverpool. Pero el puerto de Dover, ciudades de raigambre obrera como Blackpool, localidades históricas como Hastings, donde los británicos expulsaron hace casi 1.000 años al último invasor continental, votaron en contra.

Frente a los territorios que se han beneficiado de décadas de apertura al mundo, localidades del interior del país y puertos pesqueros daban un rotundo ‘no’ al statu quo y apostaban por romper los vínculos de más de 40 años con la UE.

Fue también un nuevo y estrepitoso fracaso para las firmas de sondeos. Al arrancar la noche dos empresas, YouGov e Ipsos-Mori daban una ventaja al campo europeísta, de 52%-48% y de 54%-46% respectivamente, que se invirtieron en cuestión de horas.

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