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Muerte de abejas en Brasil, un mensaje para la humanidad

SAN PAULO.– La muerte llegó rápido para las abejas melíferas de Aldo Machado. Menos de 48 horas después de que la primera apis mellifera mostrara síntomas de enfermedad, decenas de miles yacían muertas, sus cuerpos amontonados en montículos.

“Tan pronto como las abejas sanas comenzaron a sacar a las abejas moribundas de las colmenas, se contaminaron”, señaló Machado, vicepresidente de la Asociación de Apicultura de Rio Grande do Sul en Brasil. “Comenzaron a morir en masa”.

Cerca de 500 millones de abejas murieron en cuatro estados del sur de Brasil en los primeros meses del año. El suceso puso en el tapete cuestionamientos sobre el océano de pesticidas usados en la agricultura del país, en momentos en que el gobierno considera permitir más. La mayoría de las abejas muertas tenían rastros de Fipronil, un insecticida proscrito en la Unión Europea y clasificado como posible carcinógeno humano por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.

Desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el cargo en enero, Brasil ha permitido ventas de un récord de 290 pesticidas, un 27% más que en el mismo periodo del año pasado, y un proyecto de ley ingresado al Congreso reduciría los estándares aún más.

La nación está inundada de productos químicos. El uso de pesticidas en Brasil se disparó un 770% entre 1990 y 2016, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El Ministerio de Agricultura dice que Brasil ocupa el puesto 44 en el mundo en el uso de pesticidas por hectárea y que al ser un país tropical es “incorrecto” comparar sus prácticas con las de las regiones templadas.

Aún así, en su último informe de seguridad alimentaria, el regulador del sector de salud de Brasil, Anvisa, reveló que el 20% de las muestras contenían residuos de pesticidas por encima de los niveles permitidos o pesticidas no autorizados. Ni siquiera analizó el glifosato, el plaguicida más vendido en Brasil, que está prohibido en la mayoría de los países.

Las colmenas silenciosas, según los críticos, son una advertencia.

“La muerte de todas estas abejas es una señal de que estamos siendo envenenados”, afirmó Carlos Alberto Bastos, presidente de la Asociación Apícola del Distrito Federal de Brasil.

Publicado originalmente por adndigital.com.py

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