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Análisis de InSight Crime: Victoria del ‘No’ en Colombia deja a las FARC en un peligroso limbo

En el mejor de los casos, la victoria del “No” en el plebiscito sobre el acuerdo de paz de Colombia este 2 de octubre deja el proceso entre el gobierno y la guerrilla más antigua de la región abierto a una serie de modificaciones. En el peor de los casos, podría dar como resultado el completo colapso de las negociaciones y un regreso a la guerra a gran escala.

Las consecuencias de la bomba política que detonó el rechazo del pueblo colombiano al acuerdo de paz entre el presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) apenas se están viendo.

Los comandantes de las FARC se vieron claramente sorprendidos por el resultado, pero el comandante en jefe guerrillero, Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, intentó calmar los nervios de quienes temen un retorno inmediato de las confrontaciones, insistiendo en que “la paz triunfará” y que “Las FARC mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro”.

El presidente Juan Manuel Santos también afirmó que el alto el fuego bilateral entre la guerrilla y las fuerzas armadas continúa. Y habló de mantener la “estabilidad” ahora que las partes caminan por un terreno que ninguna esperaba.

El jefe de las negociaciones por parte del gobierno de Colombia, Humberto de la Calle, presentó su renuncia el 3 de octubre, diciendo que aceptaba responsabilidad por su parte en el resultado de la votación. Sin embargo, también dijo que «la paz no ha sido derrotada,» y prometió seguir trabajando «sin pausa.»

La victoria del “No”, que se obtuvo por un estrecho margen, no pone fin a las conversaciones, pero tiene implicaciones para el presidente. Significa que no puede presentar el acuerdo —que fue firmado con bombos y platillos frente a los líderes mundiales en Cartagena el 26 de septiembre— al Congreso de Colombia ni a la Corte Constitucional para su ratificación. Y significa que se debe negociar un nuevo acuerdo.

El líder del movimiento por el “No” —el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe, del partido Centro Democrático (CD)— le ha hecho dos críticas fundamentales al acuerdo de paz.

La primera tiene que ver con el hecho de que los guerrilleros no paguen penas de prisión por sus crímenes; y es especialmente crítico con respecto a los culpables de crímenes de lesa humanidad. Según el acuerdo, los guerrilleros que cumplan con los términos del mismo serán condenados a un máximo de ocho años de “libertad restringida”.

La segunda se relaciona con el hecho de que los líderes de las FARC tengan derecho a participar en el ámbito político legal. Según el acuerdo, a las FARC se les concederían diez escaños en el Congreso por dos términos de cuatro años.

Una vez se anunciaron los resultados del plebiscito, Uribe dijo: “Pedimos que no haya violencia, que se les dé protección a las FARC y que cesen todos los delitos, incluidos el narcotráfico y la extorsión”.
Asimismo, reiteró que un acuerdo con las FARC no debería implicar la “impunidad.”

Análisis de InSight Crime

Cuando fui a La Habana en el año 2014 para hablar con los negociadores de las FARC, me dijeron que los guerrilleros tenían tres asuntos que no eran negociables: que no pagarían penas de cárcel; que querían todas las garantías posibles de que podrían continuar su lucha política en el ámbito judicial y en el Congreso, y que no entregarían sus armas hasta que los acuerdos estuvieran implementados totalmente.

El presidente Santos y su equipo les concedieron los dos primeros, y las FARC cedieron en el tema de las armas, pues acordaron entregárselas a las Naciones Unidas.

Con la victoria del “No” en el plebiscito, estos asuntos (y muchos más) tendrán que renegociarse.

No será una tarea fácil. En primer lugar, los comandantes de las FARC enfrentan algunas decisiones difíciles. Si se aprueba el voto por el “No”, los dirigentes de las FARC tendrán que ir a prisión, regresar a la guerra, o presenciar cómo se desarticulan sus 52 años de lucha insurgente.

Los comandantes de niveles medios, así como el grueso de sus filas, están también en una encrucijada. En la X Conferencia de las FARC en El Diamante, Meta, a finales de septiembre, a la que InSight Crime asistió, los guerrilleros parecían conformar un frente unido que aprobaba el acuerdo de paz firmado con el gobierno. Sin embargo, al hablar con los guerrilleros y algunos líderes claves, quedaba claro que no todos los guerrilleros estaban conformes con el acuerdo, y pocos creían que el gobierno cumpliría con su parte del pacto.

José Benito Cabrera Cuevas, alias “Fabián Ramírez”, uno de los negociadores durante el fallido proceso de paz entre 1999 y 2002, nos dijo que había profundas preocupaciones entre las comunidades en las zonas de las FARC.

“La gente nos lo ha dicho muy preocupadamente: ‘no, ustedes se van y nosotros nos vamos, o déjenos las armas que ustedes van a entregar para nosotros defendernos y garantizar que el gobierno cumpla’”.

Si de hecho ya existían preocupaciones sobre el acuerdo, que ahora ha sido rechazado, muchos elementos de las FARC pueden decidir que continuar la lucha armada es mejor que hacer más concesiones.

De hecho, ya los dirigentes del Primer Frente de las FARC en Guaviare se han declarado disidentes y en contra del acuerdo de paz. Y finalmente se dividieron, pues algunos de ellos se vincularon al proceso de paz, mientras que otros se reorganizaron, preparándose para la próxima fase de su guerra, para actividades criminales, o bien para ambas cosas.

Otras unidades insurgentes pueden verse tentadas a adoptar la misma posición en caso de que se requieran nuevas concesiones, especialmente si tienen que ir a la cárcel.

También hay algunas preocupaciones de carácter práctico. Por ejemplo, el resultado de las votaciones echa abajo un importante cronograma en el que los guerrilleros comenzarían a recibir los beneficios de abandonar la guerra.

Al mismo tiempo, Uribe y sus seguidores insisten en que las FARC detengan sus actividades criminales, incluyendo su principal medio de obtención de ingresos, lo que la guerrilla seguramente no hará, dados los inevitables retrasos en la aplicación de los programas del acuerdo en el posconflicto. Aunque en el mes de julio Timochenko ordenó detener las extorsiones, InSight Crime ha descubierto que dicha orden ha sido desacatada en muchos lugares.

Con los resultados de la votación, los dirigentes de las FARC tienen poco margen de maniobra. A menos que puedan asegurarse un acuerdo favorable en un corto plazo, los elementos más radicales del ejército guerrillero regresarán, o simplemente continuarán en las actividades de narcotráfico y extorsión que han financiado el movimiento durante cinco décadas, y quizá regresen a la lucha armada.

Los resultados del plebiscito también pueden tener otro perdedor: el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se encuentra en sus etapas iniciales. El ELN se ha negado a unirse al acuerdo de las FARC, pues considera que los resultados no cambiaron el sistema político.

Esta crítica es cierta, y los diálogos con el ELN se han congelado después de que el gobierno exigió que, como condición previa para el inicio de las conversaciones formales, el segundo grupo guerrillero del país detuviera la práctica del secuestro. Las FARC aceptaron esta condición, pero el ELN aún no lo ha hecho.

En una carta publicada el 29 de agosto en el boletín del ELN, “Insurrección”, el comandante en jefe del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, le escribió a las FARC que el gobierno no tenía “voluntad real para buscar la paz y contrario a ella hemos constatado la intención de desarmar las guerrillas sin nada a cambio”.
Algunos elementos de las FARC descontentos con el resultado del “No” y que ven pocas opciones podrían ahora unirse al ELN, en caso de que Timochenko no muestre un fuerte liderazgo.

Otros pueden sucumbir a la tentación de las grandes sumas de dinero y comenzar sus propios negocios, o aceptar enormes sumas de dinero ofrecidas por otros actores criminales para que se unan a ellos.

Esto ya puede estar ocurriendo. InSight Crime ha recibido información de que Los Urabeños, una de las llamadas Bacrim (de “bandas criminales”), les está ofreciendo dinero a los miembros de las FARC que estén dispuestos a unirse a ellos en su bastión cerca de la frontera con Panamá.

Se suponía que el plebiscito pondría en marcha una serie de incentivos positivos para un proceso de desmovilización controlado y para el comienzo de una solución pacífica. Por el contrario, es posible que haya desatado más líos, más caos y más guerra.

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