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COLUMNA: ¡Hoy no circula!

Por Kevin Rodriguez Castillo, Economista especialista en Energía

Tal y como lo exponía en una anterior columna de opinión hace un par de meses, desde mediados del 2021 el mundo ha venido enfrentando una crisis energética mundial causada por los efectos de la pandemia del COVID-19 en 2020, y vale la pena recapitular sobre algunos datos. A inicios y mediados de 2021 gracias a la vacunación masiva contra el COVID-19, las principales economías mundiales se reactivaron, generando un rápido crecimiento de la demanda por el petróleo y sus derivados, mientras que los países y empresas productoras no pudieron llevar el ritmo de producción requerido. Resultado de ello hemos visto como mes a mes se han ido rompiendo los precios históricos del barril de crudo, específicamente el West Texas Intermediate que es referente para nuestra región, que alcanzó brevemente los US$130 en marzo del presente año.

Dicha crisis nos dejó como resultado aumentos acumulados de un 35% en la tarifa eléctrica en 2021 e inicios de 2022, y ha agudizado aún más con la invasión de Rusia a Ucrania en el mes de febrero, ha tenido un impacto a nivel mundial, pero hemos visto como semana a semana han ido incrementando los costos de los combustibles super, regular, diesel, y el gas LPG que es tan utilizado para la cocción en nuestro país. El impacto no se ha hecho esperar en los productos de la canasta básica cuando vemos aumentos constantes en el maíz, lfrijoles, incluso la tortilla se acerca a costar 1 lempira.

Los problemas antes enunciados ya son conocidos por muchos, pero la pregunta que surge es: ¿Qué hacemos? Primero debemos reconocer la pronta respuesta de las actuales autoridades en aprobar la reducción de 10 lempiras al impuesto aplicado a los combustibles, lo que significa un sacrificio fiscal de 600 millones mensuales para las autoridades. Adicionalmente la absorción del 50% del aumento al diesel que se había anunciado para el mes de marzo, sumándole otros 2.5 lempiras de rebaja.

Debemos poner en perspectiva los beneficios directos que estos descuentos han tenido en el corto plazo para la población. El primero es que se evitó que aumenten los costos de diversos productos y servicios, también se evitó, temporalmente, el alza a las tarifas en el transporte, pero si utilizamos el ejemplo de un vendedor ambulante de frutas o verduras que utiliza su carro como herramienta de trabajo diario, y asumimos que utiliza 10 galones de combustible a la semana, ha tenido un ahorro directo de 400 lempiras mensuales. Con 400 lempiras se pueden comprar al menos 20 libras de frijol rojo, que para una familia de bajos recursos puede significar la diferencia entre comer o no en ese mes.

En el 2009 enfrentábamos una crisis energética similar, con los precios del barril de crudo WTI alcanzando los US$145 en aquel entonces, el presidente José Manuel Zelaya, intentó implementar el “Hoy No Circula”, no obstante, no se llevó a cabo debido a que nuestro país lastimosamente no cuenta con un servicio de transporte público confiable y seguro. Hoy dicha medida parece una opción muy viable tomando en cuenta que una de las cosas “positivas” que nos dejó la pandemia del COVID-19 fue el haber aprendido a trabajar de forma virtual durante prácticamente 2 años.

Vale la pena resaltar que a aun hoy, el sistema de transporte público tiene mucho por mejorar para que esto sea aplicado de forma uniforme a nivel nacional. No obstante, si parece ser viable si se aplica de forma focalizada a los sectores que si lo pueden hacer. Empezando por las instituciones de gobierno, las instituciones que no son de prioridad como Salud y Educación pueden regresar a trabajar desde sus hogares 5 días a la semana mientras superamos la crisis energética y los precios de los combustibles regresan a sus precios normales. Para reforzar esta sugerencia me gusta comentar una anécdota personal con el Servicio de Administración de Rentas, que en semanas recientes pude realizar por completo un trámite vía correo, lo que hace 12 años hubiese implicado movilizarme al menos 5 veces al edificio del SAR, incrementando mis gastos de tiempo y combustible, y promoviendo el tráfico vehicular. Las autoridades pueden analizar todas aquellas instituciones que no requieren estar en una oficina como una ventanilla, regresen a trabajar desde casa, lo que significaría un ahorro importante para las arcas del Estado.

Para el sector privado es importante que la disposición pueda ser implementada de forma voluntaria por las empresas, ya que no toda la actividad económica del país, en especial la de las PYME&MIPYME, pueden realizar sus actividades virtualmente. Recordemos que, así como el vendedor de frutas y verduras, existen miles de comerciantes a nivel nacional que no pueden prescindir de su medio de transporte ni siquiera un día de la semana.

Para el sector educativo, específicamente para las escuelas y universidades privadas que tienen los recursos para realizar la educación de forma virtual, es oportuno que se sumen de forma activa en el Hoy no Circula y de manera temporal regresar a las clases virtuales para aquellas carreras que no lo puedan hacer como es el caso de medicina.

Sumado a esto, muchas veces escuchamos quejas que el dólar “solo va para arriba” y nuestra moneda se deprecia cada día, pero debemos tener claridad que por cada galón de combustible que utilicemos o dejemos de usar, tiene un impacto directo en la fuga de divisas que tiene nuestro país ya que la mayoría de los derivados del petróleo que importa Honduras son pagados en dólares. Por lo tanto, el beneficio que debemos buscar no es únicamente para nuestro bolsillo directamente, sino también buscar fortalecer nuestra moneda y economía nacional con el aporte de cada uno de nosotros.

Estoy seguro de que habrá muchos detractores de esta propuesta que aducen que estas medidas “no son la gran cosa en dinero”, me gustaría recordarles un famoso refrán que dice “centavo ahorrado es centavo ganado”, si estas medidas permiten un ahorro de 1 millón de lempiras mensuales, es un millón de lempiras que el Estado antes no tenía, y es en este punto donde me surge la siguiente consulta: ¿cuántas medicinas, cuántos salarios de enfermeras y médicos podemos pagar con ese millón de lempiras?

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