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Los rescatistas del deslave en Guatemala: «Todavía no podemos declarar la zona como cementerio»

La búsqueda de cuerpos, que se interrumpió el domingo por el mal tiempo, se retomará este lunes a primera hora.

«El objetivo realmente que tenemos es seguir recuperando cuerpos. No tenemos una fecha límite para seguir trabajando».

Habla Julio Sánchez, vocero del operativo de rescate por el deslizamiento de tierra en el barrio El Cambray II, en Santa Catarina Pinula, 15 kilómetros al sureste del centro de Ciudad de Guatemala.

En las tareas participan más de 1.000 socorristas guatemaltecos y un puñado de expertos mexicanos.

Hasta el momento son 131 las muertes confirmadas y se calcula que hay 300 desaparecidos.

Pero el número exacto es difícil de conocer porque las autoridades no tienen claro cuántas personas de las que se estima vivían en la zona se encontraban ahí el jueves, en el momento de la tragedia.

«La esperanza es lo último que se pierde»

El plazo de 72 horas que el protocolo internacional establece como el límite natural para encontrar sobrevivientes se cumplió el domingo en la noche.

«La esperanza es lo último que se pierde», dice Sánchez, «no perdemos la esperanza de que se localice a alguien con vida en este lugar, pero solamente una persona fue rescatada con vida y eso fue el primer día».

La búsqueda de cuerpos se suspendió el domingo por el mal tiempo, que ponía en riesgo los rescatistas, pero se retomará a primera hora del lunes.

En una tragedia similar, ocurrida en 2005, las autoridades debieron terminar con los esfuerzos de búsqueda antes de haber encontrado todos los cuerpos.

Y ante la imposibilidad de recuperar la totalidad de cadáveres de las personas sepultadas tras las lluvias del huracán Stan en Panabaj, departamento de Sololá, el sitio fue declarado cementerio.

«Pero hasta el momento esa posibilidad es casi nula. No podemos declararlo como un cementerio. Se tiene la capacidad para poder laborar los días que sean necesarios para poder recuperar los cuerpos», asegura el vocero de los rescatistas en Santa Catarina Pinula.

Los rescatistas van a hacer todo lo posible para encontrar todos los cuerpos y así evitar que la zona tenga que ser declarada cementerio.

«El único factor que haría que declaremos zona de cementerio», agrega, «sería que se produzca un nuevo deslizamiento».

El deslave del jueves provocó la caída de un millón de metros cúbicos de tierra sobre 125 viviendas y, contrariamente a lo que se ha dicho desde entonces, Sánchez asegura que la lluvia de los últimos días no fue la responsable.

«Durante septiembre tuvimos lluvias copiosas, pero en las 48 horas previas al alud no había caído agua. Hay otros factores también», señala.

Se estima que medio millón de guatemaltecos viven en unos 500 asentamientos ubicados en zonas vulnerables a derrumbes.

Con el tiempo, las crecidas del río Pinula, que corre por el fondo del cerro, había hecho que el área sufriera de «socavación y erosión en terrenos y viviendas», de acuerdo a un reporte oficial emitido un año atrás.

Pero hace siete años que se emitió la primera advertencia sobre el riesgo del caserío El Cambray II. Y en noviembre de 2014 fue la última vez que las autoridades dieron la voz de aviso.

Guatemala, país montañoso y volcánico, es propenso a sufrir los embates de la naturaleza. Temblores, erupciones, huracanes, tormentas tropicales, inundaciones: la naturaleza ha sabido ensañarse con los guatemaltecos.

Centenares de voluntarios participan en las labores de rescate.
Y medio millón de personas, en un país de 16 millones, residen en 500 asentamientos ubicados en zonas vulnerables a derrumbes: son 13.000 kilómetros cuadrados expuestos a un horror similar al de esta localidad.

La pobreza que golpea a millones en Guatemala ha dejado a muchos de ellos sin más alternativa que vivir amenazados por la muerte y residir de forma irregular en zonas peligrosas.

Una tragedia que se pudo evitar, una tragedia que se puede repetir

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