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Feria del Agricultor de Tegucigalpa es un ejemplo de bioseguridad, disciplina y planificación

Tegucigalpa. La Feria del Agricultor y el Artesano “se ha convertido en un ejemplo de obediencia, planificación y conciencia sobre la pandemia” de coronavirus al trabajar con un plan de bioseguridad, afirmó hoy Andrés Silva, secretario de dicho mercado, que abre los lunes, miércoles y viernes en Tegucigalpa, frente al Estadio Nacional.

En sus redes sociales, el presidente Juan Orlando Hernández coincidió en destacar: “La Feria del Agricultor es un ejemplo a nivel nacional de cómo se aplican las medidas de bioseguridad en el comercio”.

La Feria se destaca hoy a nivel nacional porque en cada jornada de trabajo, para proteger a vendedores y clientes, se toma la temperatura a los compradores al momento del ingreso, se confirma el número de tarjeta de identidad (para verificar si le corresponde circular) y luego se pasa por un proceso de descontaminación antes de acceder a los puestos de venta.

Ya en el interior, los puestos o locales tienen una distancia no menor a los cuatro metros entre uno y otro, las verduras están limpias y todos los vendedores están obligados a utilizar mascarillas y tener gel disponible para su uso.

Además, para abrir oportunidad a todos los afiliados, se ha programado que puedan asistir a ofrecer sus productos de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde y de esa manera garantizar que todos puedan generarse ingresos una vez a la semana.

Cuando la Feria es muy concurrida, se permite que la población pueda comprar por espacio de media hora, y la fila de ingreso tiene señalado el distanciamiento requerido para evitar aglomeraciones.

La Feria es un ejemplo de bioseguridad para todo el país, en un momento en el que se requiere de medidas de bioseguridad para contener la propagación del coronavirus.

Trabajo y planificación

Silva expresó que “la Feria está demostrando responsabilidad y está acatando las disposiciones de Sinager porque nos interesa vender y que la gente pueda comprar, que se sienta segura al visitarnos”.

Refirió que “aquí trabajamos mucho, planificamos y nos hicimos conciencia de que esto tenía que cambiar”.

Silva consideró importante “que se nos haya capacitado con suficiente tiempo de antelación. La gente no vende como cuando se realizaba la Feria de manera normal, pero todos se sienten contentos porque al menos venden un día y se generan ingresos”.

Asimismo, destacó que “la gente ha entendido que con el coronavirus van a cambiar muchas cosas y además hemos entendido que al ser personas mayores debemos dar el ejemplo y de paso ofrecer un buen servicio a la población”.

Expuso que uno de los puntos a favor “fue hacer conciencia en los vendedores de que teníamos que ofrecer un servicio de primera, teníamos que permitir a la gente sentirse en confianza y segura, y creo que lo hemos logrado, porque desde que estamos trabajando la gente no he dejado de venir a comprar”.

Nada que envidiar a supermercados

Yanina Aguilar, residente en la Villa Olímpica y asidua compradora en la Feria, manifestó que “siempre he venido porque es muy segura, no había venido (durante la emergencia), pero al ver cómo trabajan no tienen nada que envidiar a los supermercados; estoy sorprendida”.

Aguilar dijo que su sorpresa inició “al momento de ingresar, que toman la temperatura; luego lo desinfectan a uno, mejor que en un supermercado, y la distancia entre puestos es la requerida. Definitivamente, me siento segura comprando aquí; he visto cómo se aglomeran en otros lados, pero aquí no sucede eso”.

Leticia Portillo, residente de Prados Universitarios, reconoció que “todo está muy bien organizado, la distancia es la requerida, no hay aglomeración de personas y se toman todas las medidas de bioseguridad que se recomiendan”.

Agregó Portillo que “no se deja de tener miedo al virus, pero aquí se puede comprar con la distancia requerida; todos usamos mascarillas, lo desinfectan a uno al ingresar y se compra a gusto. Esto es lo que se quiere para adquirir productos de manera segura”.

Obed Hernández, que compraba un pozol en un puesto de venta que tiene una pared protectora de plástico, también alabó “que se tomen estas medidas porque podemos venir a comprar en orden. Todo esto ayuda a que nos sintamos más seguros”.

Doña Cirila López, quien llega a la Feria desde Sabanagrande (Francisco Morazán) para vender nacatamales, aseguró que “es un deber cuidarnos y si todos nos cuidamos no habrá problemas para vender”.

López es una de las 600 afiliadas a la Feria del Agricultor que vende un día a la semana y de esa manera se agencia de algunos fondos, en una Feria que luce ordenada, limpia y accesible para vendedores y compradores.

La Feria del Agricultor y el Artesano trabaja con 600 afiliados de lugares como Tatumbla, Sabanagrande, Lepaterique, Las Flores, Comayagua y otros, y alcanza a otros productores que abastecen a los vendedores.

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